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Capítulo 12: El final




No puedo dejar de pensar en todo lo que podría haber sucedido después de lo ocurrido. No sabía con toda seguridad si tomarían medidas drásticas en cuanto a Phoebe tras tirar al agua salada del mar los dos cristales. Algo en mí dice arrepentirse de aquella reacción, pero otra busca exasperada el rastro que me llevaría hasta mi prima.
Corro, corro y corro, tal y como había hecho hasta entonces.
En cierto modo me alivia saber que ninguno de los bandos sabía de quién se trataba. El nombre del último aún está a salvo, y todo gracias a Phoebe y a su intuición.
El corazón me palpita mientras aprieto con fuerza los puños con ira. Siento como la humedad del puerto se aleja tras de mí mientras mi cabello arrastra las últimas esencias del agua. Intento mantener el rumbo, apartándome del gentío que me mira con confusión. ¿Es que nunca habían visto correr a alguien? Está claro que no en medio de la ciudad.
Decido apartarme de aquellas inquisitivas miradas, permitiendo que mis pies me lleven a un pequeño callejón donde apenas pasea gente.
Paro en seco, intentando recuperar el aliento perdido durante la carrera. No me siento segura, sabiendo que en unos segundos puedo encontrarme con alguno de ellos. Aparto la mirada de una pareja que camina y en cuyos rostros se advierte reparo en acercarse a mí. Me apoyo en la pared de piedra negra y miro hacia el cielo que parece haber adquirido un color grisáceo. Me alejo de ella sin apartar la mirada de la capa oscura que cubre el sol.
Entonces, sin asegurar soledad, trago saliva y exclamo:
-¡Amon!
El  silencio devora el eco que mi voz crea.
Comienzo a desesperar con rapidez ante la idea de no saber a dónde ir o a quien recurrir provocándome un dolor fuerte en el pecho.
Mis manos aferran nerviosas la sien. Sigo con los ojos bien alzados.
-¡AMON! –grito alzando la voz.
Dejo caer con fuerza y desaliento los brazos. En mi frente cae una gotita fría. Mi mano derecha acaricia la casi inexistente agua que enfría mi piel. Mis ojos contemplan de nuevo el cielo de donde otra nueva gotita golpetea la punta de mi nariz.
El sonido atronador que alumbra el cielo me ensordece unos segundos. Oculto mis orejas con los dedos, como si algo por dentro me doliera. Poco después mis ojos atisban una sombra en el tejado del edificio donde antes me había dejado socorrer para recuperar el aliento.
-Amon… -murmuro.
Los escasos segundos que la luz proyectada del último trueno ilumina el rostro del aludido, me permiten saber con exactitud de quien se trata.
-¿Dónde está? –cuestiono sin querer pronunciar el nombre.
Amon titubea unos segundos, bajo la oscuridad que le cubre el rostro.
-En un lugar seguro –responde por fin.
Me muerdo el labio inferior desconcertada, pero antes de que pudiera replicarle, prosigue.
-No puedo llevarte allí o los atraerás hasta ella… quizás ya te sigan el rastro o puede que estén escuchándonos en estos momentos, no puedo arriesgarme.
Aprieto mis puños con fuerza mientras mascullo entre dientes toda clase de injurias, hasta que mi mente se despeja por la lluvia que comienza a caer. Aunque las gotas son finas, siento mi cabello alisarse y mi ropa humedecerse.
-Me temo que no hay otra opción, Amon –trago saliva-. Ellos no descansarán hasta dar con ella, ¿para qué esperar más? –dejo unos segundos en silencio mientras Amon calcula mis palabras. Finalmente, ruego-. Llévame junto a ella.
Puedo observar como su cuerpo se agacha, acercándose al filo del edificio.
Los truenos iluminan de forma más intermitente, permitiéndome advertir su rostro serio, de mirada perdida, mientras las gotitas se deslizan por sus pómulos y sus cabellos se humedecen, cayendo como cascadas por ellos miles de finitas gotas. Su chaqueta negra no puede evitar ondularse por el viento. Parece que habrá tormenta.
Observo, incluso, como su mandíbula se marca, sus músculos se tensan y sus pupilas se dilatan.
-Acabemos con esto pues –murmura.


En las afueras de la ciudad, en el interior de un frondoso espacio donde las raíces de los árboles de vez en cuando jugaban malas pasadas, bajo la oscura capa que cubría al sol, dentro de una casa abandonada y polvorienta, Amon me mostró el escondite.
En la esquina, acurrucada y tiritando, mi prima gime intentando reprimir sus lágrimas. Está asustada, su rostro se muestra pálido, y, en cuanto me ve, sus músculos se relajan y la mueca que marcaba su rostro se suaviza.
Me acerco a ella lentamente, intentando no sobresaltarla. Ella parece querer acercarse a mí, pero el miedo la corrompe. Me agacho cuando estoy cerca de ella.
-Kim… -murmura en un sollozo.
Sus ojos derraman lágrimas sudorosas y puedo observar como en sus ojos verdes el miedo le ha dilatado las pupilas.
No puedo evitar sollozar con ella. Al verla, todo el temor que había espantado cuando prioriticé la búsqueda de mi prima retorna a mi garganta en forma de aspiraciones rápidas, a mis ojos humedecidos por la angustia y a mis articulaciones nerviosas y temblorosas. La abrazo con fuerza en un amago de sentirme más fuerte y de mostrarle mi coraje. Ella me aferra emitiendo un lloriqueo sin fuerzas.
-Tranquila, tranquila… -le susurro sin mostrar mi amargura.
Amon se acerca por detrás intentando no interrumpir nuestra muestra de afecto. Nos mira serio aunque en su rostro se puede atisbar un rayito de aflicción.
Mezo el cuerpo de mi prima mientras contemplo a Amon y dolida por lo que podía pasar, beso con suavidad el cabello de Lola.
Ella se aparta lentamente recobrando la compostura. Su mano derecha se posa en su pecho mientras la otra aparta las lágrimas que inundan su rostro. Sin duda había esperado a verme para dejar de actuar de aquella manera.
-No entiendo que está pasando –me murmura sin apartar la mirada del suelo.
-¿Qué sabes, Lola?
Mi prima alza la mirada hacia mis ojos retornando en su rostro el miedo. Luego, dirige sus ojos hacia Amon quien parece no alterarse. Lola comienza a hiperventilar cuando sus músculos comienzan a volverse nerviosos de nuevo.
-Lola –insisto mostrando mi entereza.
Ella se sobresalta y retorna su mirada de nuevo a la mía.
-Pu-pues… -tartamudea-… no sé, no… bueno… algo de que… -su voz se enmudece a medida que avanzan sus palabras. Vuelve a mirar a Amon, mucho más alterada que antes-. Él… Kimberley, él… es… -un sollozo impidió su continuación. Sus ojos derraman las últimas lágrimas-… es un monstruo.
Suspiro. Ella se vuelve a acurrucar, seguramente dolida y asustada por lo que su mente no podía asimilar. Amon agacha el rostro cuando la voz de Lola logra esgrimir aquellas palabras. No retengo mucho tiempo el silencio incómodo que repite las palabras de mi prima. 
Mis manos alzan el rostro de Lola obligándola a mirarme. Me acerco a ella y dejo que las palabras fluyan en mi garganta.
-Escucha lo que te voy a decir, Lola, él no es un monstruo… tampoco Zack, ni Nathaniel, nuestro vecino… son ángeles –le murmuro. Ni yo misma puedo entender esas palabras-. Amon es un ángel negro, un demonio –trago saliva dejando unos segundos en los que Lola frunce el ceño e intenta dirigir su mirada a Amon, sin embargo, mis manos la fuerzan de nuevo para seguir reteniendo sus pupilas fijadas en las mías-. Tu y yo no nos hemos involucrado en todo esto por pura casualidad, el destino nos ha marcado para que tengamos un fin concreto… escucha, yo… yo simplemente soy la mediadora entre los dos mundos y lo sabía, pero no quería creérmelo hasta que me han obligado a hacerlo –intento mantener la compostura aunque algún estremecimiento nubla mis ojos-. Intenté protegerte, de ellos y de lo que eres… pero no lo he conseguido, Lola y lo siento…
No puedo soportar seguir mirándola. Aparto la mirada y dejo caer las manos que antes la sujetaban. Me escuece el pecho tras aquellas palabras. Nunca antes había pensado de aquella forma y algo en mí me lo reprocha.
Sin embargo, y para mi sorpresa, ella desea saber más.
-¿Qué Kimberley, qué soy? –cuestiona nerviosa.
Ante mi silencio, mira a Amon quien aparta la mirada. Lola me aprieta los brazos con fuerza mientras grita:
-¡¿Qué soy Kimberley?! ¡Respóndeme!
-Lola… -le susurro sin poder reprimir las lágrimas.
-¡Respóndeme!
-Tú eres la última, la razón por la que ángeles y demonios han bajado a la tierra –respondo con celeridad-. O mueres o vives, si es un ángel quien te arrebata la marca, sobrevives… si es un demonio –observo de reojos a Amon- pasas a una ‘mejor’ vida.
Lola arruga su nariz dejando que el silencio se extendiera por toda aquella estancia de madera vieja. Separa sus labios lentamente mientras intenta asimilar las palabras. Juraría que su corazón se ha parado el suficiente tiempo como para que se olvidara de respirar. Su rostro ya no expresa miedo, sino turbación. Sus ojos se han abierto no dejando que ninguna otra lágrima resbalase por sus mejillas rojizas.
-¿Qué…? –cuestiona en un susurro con plasmable perplejidad.
Amon aprieta la mandíbula y la observa, transmitiendo a través de sus ojos lástima.
Lola parece poco a poco entrar en sí cuando sus ojos comienzan a pestañear y su pecho a hincharse fruto de la respiración acelerada.
Frunzo el ceño cuando comienza a sonreír. Después ante tal gesto de aturdimiento, ríe negando con el rostro. Ladeo la cabeza algo consternada por su reacción.
-Estáis todos locos… -y sonríe de nuevo mientras la risa aflora de su garganta- … ¡locos! –exclama burlona.
Sus dedos acarician sus labios nerviosos, tiritando, en un amago de apartar sus pensamientos.
-Lola…
-¿Pretendes que me crea eso? –me interrumpe con rapidez y en un tono de desdén-. ¿Pretendes, prima, que me cerciore de que personas como Zack o Amon o nuestro vecino son seres sobrenaturales, procedentes de un mundo que muchos niegan y que yo, Lola Hilthom, soy la elegida de un extraño e inimaginable asunto que ni yo misma sé de qué trata?
-Sé que es difícil, Lola, pero…
-¡Oh, vamos! –exclama acallando de nuevo mis palabras-. Te creía menos melodramática, ¿es una broma, verdad? ¿Dónde está la cámara oculta, dónde?
Agacho el rostro. Su reacción parece ser sacada de un psiquiátrico. Quizás no fue buena idea decirle las cosas de aquella forma, nunca imaginé que mi prima pudiera verse trastocada mentalmente al no poder asimilar la casi quimérica realidad.
Ella sigue riendo como una posesa mientras yo me esfuerzo por mantenerme serena ante sus palabras. Su miedo, sin duda, pasó a lo prehistórico…
… hasta que Amon, ante el creciente tono surrealista que cada vez más emana de su garganta, adelanta unos pasos hacia nosotras, extiende sus brazos de costado a costado y deja que sus dos alas negras, desnudas y raquíticas salgan a la luz.
Las palabras de Lola se silencian bruscamente, mientras sus ojos contemplan absortos aquella metamorfosis.
Sin duda ella se había convencido en un determinado momento de que Amon, su querido ‘príncipe’, la había llevado a aquel lugar para finalidades lejanas a la realidad. ‘Un monstruo’ dijo. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza todo aquello que le había contado en tan solo segundos. De ahí la quietud y el silencio de Amon y la incomprensión de Lola.
La expresión de su rostro me demuestra que la he fastidiado… y tanto…
-¿Qué es… eso? –cuestiona mientras señala una de las alas con el dedo.
Da unos pasos hacia atrás totalmente paralizada.
-Esto, Lola, es lo que soy… un ángel negro, un demonio.
El iris de sus ojos comienzan a enrojecer y un túmulo de aire espectral recorre la casa. Intento acercarme a mi prima para calmar sus nervios, pero, sin embargo, me mira y se aparta aún más.
-¡Apártate! –grita asustada.
-Lola –evoca Amon con rostro serio mientras mi prima vuelve a mirarle- todo lo que te ha contado Kimberley es cierto.
Mi prima niega con el rostro mientras retrocede tantos pasos como los camina Amon.
-Hemos bajado del cielo y subido del infierno para cumplir una causa.
Lola murmura mientras sus manos no pueden evitar dirigirse hacia sus orejas, intentando obstruirlas para no escuchar.
-Debíamos encontrar a once personas de todo el mundo: los ángeles tenían que salvarlas y nosotros…  enviarlas al inframundo.
La espalda de Lola choca contra la pared y sus lágrimas ya vuelven a retornar su rostro. Amon aferra sus brazos y los aparta de los oídos de mi prima mientras prosigue.
-Tú eres la última persona que nos falta por descubrir, la que nos enviará de vuelta a nuestro mundo…
Aquellas palabras parecen torturarla. Amon para de hablar, observando su rostro, sus ojos y sus cristalinas lágrimas, escucha su voz implorar el cese de sus palabras.
-… y sin embargo yo no he hecho nada para que se cumpla.
Amon suelta los brazos de Lola y se aparta dejando espacio entre los dos.
-He traicionado lo que soy y para lo que he sido enviado, no he hecho nada, Lola, ni siquiera en el momento en que lo supe, días atrás.
Ella no se aparta de la pared, tomada ya como una especie de refugio ante las palabras de Amon. Cierra los ojos asustada y se humedece los labios. Se acurruca poco a poco dejando que su porte se desmejore, adquiriendo una figura enclenque y desprotegida.
Me acerco a ella con rapidez y la sujeto intentando elevarla y no dejarla caer.
 Pero algo dentro de mí me golpea con fuerza, latidos muy seguidos y encolerizados. Miro a Amon, quien parece alertado. Cierra los puños y nos contempla dejando escapar un suspiro.
-Ya están aquí –murmura.


Observo como ambos cristales relucen empapados, rodeando las muñecas de sus respectivos dueños. Todo parece tranquilo: solo Zack, Nathaniel y yo. Entorno los ojos para no verme condicionada por las lágrimas y así mostrar mi entereza. Ellos me contemplan, uno a la derecha y otro a mi izquierda, lejos, a metros de distancia.
Amon me había advertido antes de salir de que mirara a mi alrededor, como hago en estos momentos. Trago saliva. Atisbo a Eríka, oculta tras un tronco de los muchos árboles que rodean la pequeña estancia y la que había sido antes una minúscula casa. Mis ojos logran captar el color del cabello de una de las dos ángeles, un rubio dorado que emana una luz intensa. Logro, además, detectar el perfume misterioso de Annibal cerca de mí. Estrategias innecesarias. En cuanto Lola saliera por la puerta, se lanzarían todos a por la caza de ésta sin diferenciar amigos de enemigos… y yo, egoístamente corrompida por mi corazón, deseo que ninguno acabe con todo aquello. Pero la vida de Lola prima a mis sentimientos. Debía de guiar a Lola hacia los ángeles y sin duda sabía a quién recurrir… y a quien esquivar.
¿Dónde quedó aquella sensación de cosquilleo en el costado? Enterrado en el dolor y la decepción… de no ser yo la elegida.
Entonces, lentamente, Amon guía los pasos de mi prima hacia el exterior. El rostro de Lola se enmudece y adquiere un color pálido, sus labios se cierran de golpe mientras el miedo arranca su voluntad. Verlos a los dos, sabiendo lo que ella sabía, asusta. Pero percatarse de que no están solos, aún más.
-Así que tu eres la última –susurra Zack contemplándola.
Aquella mirada la desconcierta y no tengo más remedio que detener aquella conexión.
-Tú no la tocarás –le advierto fríamente.
Los ojos de Zack se entornan… no puedo evitar sentirme débil ante su presencia.
-Se la entregaré a Nathaniel.
Éste no se inmuta, cosa que me sorprende bastante. Algo en mí se desquicia ante su pasividad.
-No olvides que uno de los nuestros está tras de ti –añade Zack señalando con el rostro a Amon.
Muerdo el labio sin apartar la mirada. No iba a dejarme llevar por sus palabras. Al menos por esas no.
-¡Sucio traidor! –exclama alguien con fiereza.
Mi rostro se alza hacia el cielo involuntariamente intentando detectar la procedencia de aquel bramido. Un  golpe seco en el tejado de la minúscula casa me permite advertir a Demetrius, de rodillas y con el rostro manchado en ira. Aferro a mi prima con rapidez en un amago de ocultarla. Ella solloza en mi pecho aterrorizada.
-¡Lo pagarás caro! –grita incorporándose.
Todo acontece con rapidez. Las ansias de venganza de Demetrius lo empujan a saltar sobre Lola, con el objetivo de hacerse con ella. Sin embargo, Amon logra derribar su ofensiva con un fuerte bloqueo con el codo derecho. Lo tumba en el acto. Demetrius se encuentra atrapado por el brazo de su compañero y desorientado por el movimiento brusco de las alas del mismo. Pronto acuden al escenario tanto Nefertary como Annibal, para después atraer a Gabriel, Celeste y Perséfore.
-¡CORRE! –grita Amon con fuerza aguantando los golpes de Demetrius para intentar liberarse.
Cierro los ojos. Sé cuál es mi objetivo. Los celestes. Los ángeles. Nathaniel…
Deshago el abrazo y decido agarrar con fuerza a mi prima del brazo. La obligo a echar a correr hacia la dirección que mis pies nos llevan. Observo a Nathaniel, sorprendido por la reacción de Demetrius.
Sin embargo, el grito de mi prima y una fuerte agitación me obligan a mirar hacia atrás. Eríka retiene a Lola por el otro brazo. En la palma de su mano aparece una luz rojiza mientras su rostro se ilumina inyectado en fiereza.
-¡NO! –grito incapaz de detenerla.
Sin embargo, Celeste derriba el cuerpo de Eríka, provocando que tanto mi prima como yo perdiéramos la situación. Lola cae al suelo junto a ambas mientras yo me desvinculo de su contacto.
La incorporo con rapidez en un esfuerzo sobrehumano. De nuevo mi mano aferra a la suya. Vuelvo el rostro hacia donde antes estaba Nathaniel y corro. Pero su ausencia me hace bajar el ritmo de carrera. Miro a mi alrededor buscándole. En mi descuido, Nefertary casi logra atraparla de nuevo si no fuera por los reflejos de Gabriel, quien la agarra de los brazos. Ella ruge colérica.
El codo de Demetrius golpea el pómulo de Amon. Aquel brusco impacto desequilibra al opresor quien no puede evitar liberar las ataduras de Demetrius. Su ansia alimentada por la ira lo convierten en un fiero animal. Sus uñas rasgan el rostro de su compañero mientras sus ojos se tintan de sangre.
Logro localizar a Nathaniel liberando a Perséfore del pérfido abrazo de Annibal.
En mi carrera por alejarme de allí con mi prima y distraída por las sucesivas escenas, impacto contra Zack.
Lo identifico como el más tranquilo y sereno de todos los presentes. Sus manos, como antaño, están resguardadas en los bolsillos de su pantalón negro mientras sus labios se estiran enseñando sus brillantes dientes.
-Entrégamela –me susurra.
Niego con rapidez y apretujo la mano mientras noto como las mismas me sudan.
Zack me mira, silencioso, mientras la tensión se palpa en el ambiente. Hasta que, de improviso, agarra mi cuello y consigue alzarme. No puedo evitar arrojar un grito ahogado, ni tampoco el dejar de aferrar la mano de mi prima, estirando los dedos con el fin de poder recuperarme del shock que me invade en aquellos momentos. Los ojos negros de Zachary brillan sin dejar de mirarme con cierta lástima. Separa sus labios e inhala un sorbo de aire.
Sus dedos me aprietan impidiéndome respirar. Noto la angustia recorrer mis articulaciones y un sudor frío humedecer mis extremidades. Mis manos intentan apartar débilmente la obstrucción mientras de mi garganta exclaman suaves gemidos.
Lola está paralizada, no hay duda. Nunca antes se había imaginado involucrarse en una pelea… y menos de éste tipo. Sus ojos rodean el espacio, confusa, sabiendo únicamente que Nathaniel era el bueno, sin poder distinguir amigos de enemigos. No sabe a dónde correr, se muestra nerviosa. Algunos ya se han percatado de su situación y no dudan en intentar alcanzarla. Pero enseguida me observa y llora al verme de aquella manera.
-¿Por qué estropeaste todo? –cuestiona suavemente Zack.
Mis oídos impiden escucharlo con franqueza, todo mi cuerpo tirita del miedo. Lola no se acerca, y en mi interior pienso que quizás me estuviera escuchando. Grito y no paro de gritarle en mis adentros que no se acerque y que corra por su vida.
-Pudimos haber seguido… juntos –me murmura.
Sus palabras parecen alejarme de todo lo acontecido. Sin embargo, todo lo de alrededor es tan feroz, que resulta imposible abstraerse de todo aquello.
Lola aspira una fuerte bocanada de aire, vuelve a mirarme y, ante la carrera que emprenden los que intentan atraparla, hecha a correr sin tan siquiera avisarme.
Cuando su perfume corre por el costado de Zack, éste mismo deja de mantener el contacto visual conmigo y la observa marcharse. Aprieta la mandíbula y me suelta, corriendo tras ella. Sin embargo, una vez liberada de su ‘prisión’, corro tras él en un último esfuerzo e intento arrollarle tal y como hacían ellos continuamente. Si bien logro agarrarme a su espalda, ni mucho menos cae de bruces contra el suelo. Logro pararlo, eso sí, pero me siento incapaz de hacer lo mismo con todos los que nos están adelantando.
Él se resiste e intenta deshacerse de mi opresión. Su fuerza es tal que me tambaleo sufriendo más que el propio afectado. Su omóplato izquierdo comienza a hincharse y a endurecerse. Grito cuando el ala sale descontrolada, respirando aire puro. Ello me hace caer al suelo por el sobresalto.
Apoyo el peso de la caída en mis manos para no caer por completo. Me las miro esbozando una mueca de dolor. Las palmas están enrojecidas y en ciertos tramos despellejadas. El brazo de Zack rodea mi cuello, ésta vez sin pretensión de asfixiarme. Sus labios se acercan a mi oído mientras me susurra:
-Lo has hecho muy bien.
Tras lo cual, me besa entre mis cabellos y se marcha. Giro el rostro para poder verlo correr. Sin embargo, mis ojos se dirigen a la carrera de Lola, quien, enrojecida por el esfuerzo, desciende poco a poco su ritmo. Me incorporo evitando el dolor de las manos y el aroma que había dejado Zack en mi cabello. Cansada pero comprometida, corro hacia la escena.
Lola finalmente tropieza por el cansancio viendo con frustración como dos de los muchos que intentan atraparla se acercan con rapidez. Uno de ellos, el rubio, la levanta con celeridad y brusquedad. Ella se retuerce intentando liberarse mientras en la palma de la mano del opresor aparece una suave luz azulada…
-¡NO LOLA! –exclamo cuando reconozco a Gabriel.
Pero ella sigue ciega, sin poder diferenciar al ángel, e intentando redimirse, asustada de la extraña luz y de lo que podía pasarle.
-¡NO! –insisto.
Pero ella consigue golpearle en el estómago antes de que aquella luz la tocara. Gabriel se encoge dejándola escapar cuando, de repente y sin previo aviso, Nefertary lo golpea en la nuca y, una vez a ras de suelo, aplasta su muñeca. Gabriel grita a los pies de Lola, quien enmudece su grito. Nefertary sonríe aun con el pie apoyado. Pero, para mi sorpresa, Gabriel no para de gritar de… ¡dolor! Poco a poco, de pies a cabeza, se esfuma como si el viento se llevara sus cenizas. Sus alas se dejan ver con violencia, aleteando como si sufrieran. Pronto, desaparece su cuerpo por completo, dejando miles de cristalitos esparcidos por la hierba.
Mis manos van instintivamente hacia mis labios.
Pronto, Celeste carga contra ella sin dejar de gruñir.
Lola, totalmente desorientado vuelve a recorrer los pasos ya dados y vuelve a correr.
Observo. Simplemente observo como Demetrius sigue golpeando a Amon cegado por la venganza. El rostro del que había salvado la vida de mi prima hasta esos momentos permanece ensangrentado y cansado de defenderse. Por otro lado, Perséfore, una vez conseguido el dominio de la situación, consigue golpear en el hombro a Annibal. Nefertary es oprimida por Celeste mientras Vivian intenta superar en número aquella pequeña y salvaje pelea. Aquel ángel de cabellos rubios tiene los minutos contados al enfrentarse contra ambas.
Lola se ve acorralada. El cansancio ya se palpa en su caminar y en su respiración, además de su desesperación por sentirse segura. Ella para lentamente sabiendo lo que acababa de provocar: A su derecha, Nathaniel y a su izquierda, Zack.
Ambos se miran.
Ella los mira.
Yo los miro.
En sus palmas comienza a florecer aquella luz. Aprietan los dientes, tensan sus músculos. Sus pies comienzan a correr hacia ella.
Hiperventilo contemplando aquello.
-¡NOOOO! –grito.
Aquella exclamación capta la atención del resto quienes asisten a la escena totalmente silenciosos.
Ambos corren hacia el centro: Lola. Ella ya ha cerrado los ojos, ha relajado sus músculos y se rinde.
A escasos metros de ella, Nathaniel y Zack alargan sus brazos para poder tocarla antes. Escasos segundos. Ambas luces se mezclan, aunque mi subconsciente capta una imagen: Zack, a pocos pasos de Lola, frena lentamente su carrera, y deja caer su brazo y tras él, la luz rojiza.
La luz inunda mi mente…

Mente.

Miente.

Durmiente.

-¡… Durmiente! –exclama alguien.
Como un soplo de vida, abro mis ojos. Me siento turbada, mareada y desorientada.
-¡Por fin bella durmiente! –insiste.
Ladeo el rostro lentamente hacia mi derecha totalmente perdida. Mi cabeza poco a poco se aclara.
-Estaba por avisar a la azafata, ¿sabes? Me has asustado… -susurra.
Pestañeo muchas veces seguidas intentando recobrar la cordura. La reconozco, sí. Sus ojos verdes me miran, su cabello liso cae en cascada de su hombro, y aquella aura de inmadurez la sigue rodeando.
-Lo-Lola… -consigo susurrar.
-Si ese es mi nombre… ¿qué te pasa? –cuestiona.
Acaricio en círculos mi sien mientras contemplo mi alrededor: los pasajeros, los asientos, las ventanas…
-Por si tienes Alzheimer, estamos en un avión de camino a Londres, ¡por fin volvemos a casa! –suspira.
Frunzo el ceño. No recuerdo absolutamente nada. No sé si lo que había dicho Lola es verdad pero me convenzo a mi misma de que es la opción más lógica. Coloco mis manos con suavidad en los reposabrazos del asiento y dejo caer mi cabeza, cerrando de nuevos los ojos.
-¡A no, no vuelvas a invernar! –exclama mientras me zarandea.
Me sobresalto y abandono mi postura relajada todavía algo delicada y turbada.
-Anda, toma, una tal Phoebe te ha enviado un mensaje –dijo entregándome mi móvil.
Frunzo el ceño. ¿Por qué lo tenía ella? Seguramente lo había revisado todo y se lo había aprendido de memoria. Lo cojo algo confundida y toqueteo los botones. Ya me siento mucho menos mareada.
‘Buen viaje, Kim. Las chicas te echaremos de menos. ¡Llámanos cuando llegues!’
Suspiro y esbozo una gran sonrisa mientras guardo el móvil en el bolsillo de mi pantalón, que por cierto, era vaquero.
Vuelvo a dejar caer la cabeza en el asiento y cierro los ojos intentando buscar una postura cómoda… hasta que vuelve a interrumpirme.
-Emm… ¿Kim? –dice mientras golpea con malicia mi hombro con su dedo índice. Abro los ojos y vuelvo a suspirar-. ¿Tienes dinero? Es que tengo mucha hambre, déjame pedir algo y prometo compartirlo contigo.
Pongo los ojos en blanco y asiento. Mientras busco en el bolso que ha aparecido en mi regazo, el móvil suena, dejando claro que era un nuevo mensaje. Chasqueo con la lengua intentando encontrar el dinero. Lo encuentro en el fondo del bolso y se lo tiendo.
Ni siquiera me lo agradece, simplemente lo toma y empieza a mirar las porquerías que podría tomar.
Esbozo una mueca de reproche en el rostro y saco el móvil de nuevo. Rebusco y por fin abro el mensaje. Lo leo con rapidez… publicidad. Niego con el rostro, lo guardo de nuevo e intento una vez más relajarme.

‘¿Cómo ser feliz? No busques más, la

Respuesta está en el

Interior de éste mensaje.
Siéntate mientras lo lees porque necesitarás aire.
Todo lo que necesitas es, a parte del
Amor, un buen viaje al Caribe con el que disfrutar de
Las vacaciones que oficialmente hoy
Empiezan. Toma el
Sol en la playa, siente la brisa caribeña,
Disfruta de increíbles paisajes nunca vistos,
Escucha el romper de las olas. ¡Esto es
Vida! No te lo

Imagines más y
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¡Adelante!
Te esperamos’

Cristales de Vida


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Finalmente, terminamos.
Desde Destinyadministration os agradecemos el haber seguido la novela y los que no, por haber leído al menos éste capítulo tan especial.
Cristales de Vida lleva dos años en 'proceso' y por fin ha visto por completo la luz. 
El primer libro es muy inocente, con toques bastante románticos, pero a medida que se avanza en la lectura, podrás notar el cambio de estilo de la autora ¡Dos años dan para mucho! 
El resultado es una gran combinación de romanticismo empedernido y, finalmente, tragedias llenas de acción.
Especialmente la autora os lo agradece el haber hecho posible la conclusión de la novela, por haber pedido cada semana un nuevo capítulo y por vuestro apoyo. 
El tema de la publicación todavía está en el aire. 
Esperemos que con el tiempo al menos pretenda llevarlo a las librerías. 
Gracias por todo y ¡esperamos que 'pilléis' el mensaje que le envían a Kimberley!
Por siempre: Cristales de Vida.


Podéis leer el resto de novelas de Destinyadministration y acceder a ellas por medio de la pestaña de 'afiliados'

10 Responses so far.

  1. May says:

    me ha encantado, aunque es una pena que al final se quede sola. bueno, cruzare los dedos para que consigas publicarla. chao y buena suerte

  2. Noemi. mJ says:

    la historia fue genial pero menudo final .... pfff .... en fin suerte si quieres publicarla y espero que cumplas tu sueño.... ere muy buena
    besos :)

  3. Isabel says:

    Esta impresionante :)
    Me ha encantado! Espero que logres publicarla!
    Besiitos ;)

  4. aLba says:

    me encanto la historia que pena que al final se quedara sola sin ninguno de los dos,espero q tengas suerte y puedas publicarla sin duda si algun dia esta en las librerias me la comprare porque es genial =) un beso

  5. Anónimo says:

    Cielo estos finales duelen .... pero de todas formas genial!!

  6. carmen says:

    HOLA!!!! bueno, pues nada, me empecé a leer esta hirtoria hace tres dias, me enganche, y me la acabo de terminar entero!! no me he querido parar ni a comentar. Me ha encantado, es increíble, aunque el final quizá me decepcionó un poco, pero vamos, es una de las mejores cosas que he leido en mi vida!! gracias por escribir así!!

  7. Mikaela says:

    Woooow!Me he leido la historia entera de un tirón y es impresinante!Me encanta la manera en la que describes todo y me fascinó el argumento...aunque me dio pena el final...en fin:) Suerte y felicidades!

  8. Anónimo says:

    Me encanta tu blog espero k te lo publiquen y el final duele pero es lo mejor aunk no pillo lo del mnesaje k le mandan s kim e k va de los cristales pero no lo pillo me lo explicas ???? Graxias bsss

  9. Admin says:

    Ella no recuerda lo que pasó, entonces es como un mensaje para que de forma implícita piense en que lo de los cristales fue real :) no sé si me explico e.e

  10. lorena says:

    Me he leído esta historia en dos días, la tenía apuntada en mi lista de cosas por hacer desde hacía mucho tiempo y, bueno, en fín, que no he querido pararme ni a comentar.
    Pues nada, que me has hecho reír y llorar a la vez con esta historia, que espero poder encontrarla algún día en alguna librería y que nada, que un talento como el tuyo no debería desaprovecharse de la manera que lo hace.
    Este capítulo me ha desilusionado muchísimo, me he puesto a llorar prácticamente nada más empezar a leerlo. ¿Cómo me has podido hacer esto? Adoraba a Nathaniel, lo juro. Y acabas con todo sin posibilidad de marcha atrás, eres cruel, muy cruel; pero en el fondo te adoro. Pero yo sigo pensando que podrías hacer una continuación, en la que reviven por el extraño sentimiento que les ha hecho experimentar Kimberley en sus ya muertos corazones o algo por el estilo; eso sería la bomba de verdad, piénsalo.
    Y por último, decirte que nada, que muchas gracias. Que en estos dos días, gracias a tu manera de escribir, has hecho que me meta en la piel de los personajes y que me olvide un poco de los malos momentos por los que estoy pasando ahora mismo; me ha servido de mucho, de verdad, gracias.

    PD: Casi tres horas después de haberme terminado 'Cristales de Vida' me he dignado a comentar, cuando se me ha pasado el caldeo y la llantina, para qué mentir.



    Besos, Lorena.

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